La contaminación del suelo se debe a la acumulación de
sustancias que impactan de forma negativa en las características y la actividad
del terreno. Sus consecuencias pueden ser graves, debido a que pueden ocasionar
la contaminación de las aguas subterráneas, afectar a los cultivos y al ganado
e incluso a nuestra propia salud.
En la contaminación del suelo influyen varios factores. Uno
de ellos ha sido el desarrollo de las ciudades y la industrialización. La
concentración de núcleos urbanos en zonas concretas genera gran cantidad de
residuos que pueden quedar en el suelo y en el agua. La industria, por su
parte, da lugar a la existencia de contaminantes químicos y biológicos
(residuos peligrosos).
La agricultura actual también utiliza ciertos productos que
pueden ser causa de contaminación del suelo, entre ellos, abonos sintéticos,
herbicidas e insecticidas, que, aunque son útiles para la agricultura, si se
usan en exceso producen alteraciones en el suelo y reducen la producción. Por
otra parte, los plaguicidas de larga vida pueden concentrarse en las cadenas
alimentarias y resultar tóxicos para el ser humano, matar especies útiles y
alterar el equilibrio natural. Por ejemplo, sabemos que la salinización del
suelo, debido al regadío intensivo de baja calidad, provoca la degradación del
terreno y pérdidas de la capacidad de producción.
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